Nací hace un cuarto de siglo (más o menos) en Valencia capital, aunque siempre he presumido de ser "de pueblo", por aquello de que mi familia materna es de un pequeño pueblecillo costero llamado Piles y mi familia paterna (haberla, hayla, dicen), de Gandía, lo más parecido a la civilización alrededor de susodicho pueblo.
Estudié en los Agustinos de Valencia, donde lo mejor que aprendí no tiene nada que ver con los estudios. Aprendí a superar los malos momentos de una preadolescencia un poco complicada, y me libré por los pelos de caer en F.P. (hoy será una maravillosa alternativa, pero entonces era tirar a la basura tu vida). Al final, acabé pasando por buen estudiante y, haciendo el perro todo lo que pude y más, pasé selectivo (descubrí a Tolkien por aquellos días y pueden imaginar cuánto estudié).
Mi yo universitario
Hasta agosto de aquel año estuve llamando a la Universidad de Valencia para informarme sobre la carrera de Periodismo. Iba a ser el primer año que salía en la Pública en Valencia, pero no sabían ni asignaturas, ni profesores... ni instalaciones. Conocí a uno de los que, en teoría, iba a ser profesor y me desaconsejó vivamente que entrara. "Nunca contratan a gente de las primeras promociones", me dijo.
Dicho y hecho, me fui a la privada. Qué remedio. Era o eso, o irme a otra ciudad, y salía más caro. Así que entré en el CEU, donde durante tres años y medios disfruté diciendo que "peor era mi colegio", en tema religioso-fascistilla, me refería. El último año y medio, la Fundación San Pablo CEU decidió quitarme la razón llenando todo aquello de profesores de derivada procedencia: desde los lógicos propagandistas de Cristo (lógicos, porque el CEU es parte de la Asociación Nacional Católica de Propagandistas) hasta gentes del Opus y similares. Todos ellos muy majos, en su mayoría, pero con una capacidad docente ínfima. Siempre hubo excepciones, claro. Frecuentemente, los profesores que querían despedir. Por "rojos". Aunque nunca lo decían así, claro.
En el CEU, cosa curiosa, me estrené como sindicalista. Léase, me eligieron delegado de la carrera. Fue en tercero, un curso donde me dediqué a hacer el pardillo y mirar con los ojos como platos a los otros delegados. Al contrario de los politiqueos y sablazos económicos que me consta hay en la pública (y ahora también en el CEU), aquel equipo era brutal. Conocí a auténticos cracks, grandes (entonces futuros) profesionales, enormes compañeros y mejores personas.
Ese año monté, con la oposición en bloque del CEU, un debate sobre la privatización de RTVV, la autonómica valenciana. Querían que encontrara más gente que apoyara la tesis de la Generalitat, favorable a la medida. Pero claro, es lo que tiene hacer las cosas "porque sí". Que nadie está de acuerdo. Mi entonces pareja me echó una mano montando una mesa redonda sobre periodismo digital y qué iba a saber yo entonces que aquello marcaría mi futuro.
Soy un rollero, así que he cortado: Mi vida (2)
miércoles, septiembre 06, 2000
Mi vida (1)
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