miércoles, septiembre 06, 2000

Mi vida (2)

El becario zaplanista

Aquel año empecé a hacer prácticas. El primer sitio en el que estuve fue Valencia Te Ve, una televisión local de marcado corte político. Lo más conocido que tenía era un magazine vespertino con un presentador, el inefable Julio Tormo, tratando con pasión los festejos locales. Lo demás: propaganda zaplanista y cutrez de formas. De lo poco salvable el entonces Jefe de Informativos, Javier Lifante, al que hace un tiempo vi en Telecinco. Gran profesional, me alegro.

Desde allí, sabiendo que era delegado de la carrera, intentaron "utilizarme" para pescar adeptos en el CEU. Intentaron que llevara a mis compañeros y profesores la "buena nueva" de que era necesario crear un colegio de periodistas. En Valencia existe una "Unió de periodistes", un nido de rojos, ya saben. Por aquello del periodista vocacional, uno entonces aún creía en contrastar fuentes y demás. Así fue como conocí a la jefa "roja" de Unió, Amparo Bou. De la SER, claro. Un encanto de mujer que, lejos de las amenazas y menosprecios de los otros, me comentó que esta gente eran los típicos indeseables de patio de vecinos. Y tal cual.

Después de que llegaran a decirme que, si colaboraba sabrían recompensarme, llegó el tiempo de finalizar mi beca. ¿Lo mejor de aquel, digamos, trabajo? Entrevistar al entonces Ministro Portavoz del Gobierno, micrófono en mano, don Eduardo Zaplana. Y los rumores eran ciertos. Resulta que premiaban a una de sus hijas, la nombraban "Regina dels Jocs Florals", premio tradicional de la valencianía rancia, que le otorgaban por haber sido "amigo" de los 'nacionalistas buenos' de Unió Valenciana (el tema es que desmembró el partido y lo integró en el PP). Cuando le pregunté si, como padre, estaba contento por el galardón (menuda pregunta, vaya, pero era para lo que era), me respondió, ni corto ni perezoso, que sabía que el premio era un agradecimiento a su persona por las buenas relaciones que bla, bla, bla. Ni como padre era capaz de entonar un "yo".

El becario empresarial

Poco después de que terminara mi periodo de prácticas, en el que me pagaron 90 euros y una cesta de fruta por tres meses de trabajo, me llamaron de la Asociación de Empresarios de Sagunto y comarca. Al llegar allí la impresión fue desoladora: 30 kilómetros de coche para llegar a una casa vieja. Encima buscaban a alguien que supiera de protocolo. Yo, muy sincero, les dije que de eso, ni idea. Que ficharan a algún compañero de Publicidad. Pero me dijeron que mi perfil les encajaba y que me fichaban.

Allí empecé a cobrar. Unos 300 euros, si mal no recuerdo. Era media jornada y el trabajo no me gustaba nada: básicamente consistía en hacer archivo de prensa. Ya saben: leer periódicos, fotocopiarlos, archivarlos y registrarlo. Así cada día. Sólo era divertido cuando escribía artículos de opinión firmando, directamente, como el jefe. Lo mejor: la gente. Sin duda, geniales. El jefe en cuestión es un gran tipo. Recuerdo que a mis tiernos 22 añitos me llamaba para consultarme mi opinión acerca de si debía o no montar una conferencia sobre el espinoso tema de la Eurorregión mediterránea. Que a él, como empresario, le interesaba. Pero que no quería enemistarse con la Generalitat. "Para algo llevas la comunicación", me decía. Una gran persona.

Recuerdo que me lo llevé a la tele donde trabajaba yo antes, a que le hicieran una entrevista. Tiré de mis limitadísimos contactos para conseguirle un hueco en el programa y allá que nos fuimos. Estuvimos charlando e insistí en llevarle y traerle yo hasta Sagunto. Para algo era el de comunicación. Al final me ofrecieron quedarme, aquello ya por cuarto de carrera. Más pasta, misma jornada laboral. Pero era duro eso de levantarte, ir a la Universidad, comer, ir a trabajar, llegar a cenar a casa con casi 100 kilómetros a la espalda y, de noche, ponerte a hacer las cosas que se supone que hace un estudiante. Léase, estudiar.

Mi paso por Las Provincias

Así las cosas acabó cuarto. Unos meses de descanso y, a final de año, nuevas prácticas. Me llamaron de Las Provincias, del Grupo Vocento. Es el segundo diario de la Comunidad Valenciana, el conservador. Por algún motivo no conseguía salir de ese círculo de pensamiento. Pero esta vez era distinto. A mí me parecía, y me parece, mejor diario que su competencia. A ellos les he leído criticar al PP, cosa que no puedo decir de Levante, que no critica al PSPV y eso que es rematadamente fácil.

Allí me destinaron a Cultura, donde conocí a un par de jefes majos, un compañero con el que jamás me llevé bien (no le culpo, soy difícil de llevar) y poco más. Había más gente en la sección, pero insisto, poco más. Y hasta aquí debo leer. Allí hacía de becario: rellenaba la agenda. Lo cual era un coñazo. Pero poco a poco le fui pillando el truco, lo que me permitió ir escribirendo cosillas. Algunas entrevistas, algunos actos, un par de contraportadas y un reportaje bastante chulo sobre las ballenas blancas que abrió la sección.

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