Días malos para la libertad de expresión

En pocos días, dos malas noticias: primero, un señor que utiliza colirio y lleva gafas, confunde a Tom Cruise y su señora con los Príncipes de Asturias y decide cerrar El Jueves (significativo esto de que el humorista tenga que recurrir a técnicas de la dictadura). Segundo, se nos va una de las personas que más ha contribuido a la libertad de expresión en este país (y más dinero ha ganado con ello). He aquí tres pensamientos.

1: Somos un país de meapilas.

El juez Juan del Olmo ha decidido secuestrar El Jueves por meterse con la Corona. La Casa Real, claro, dice que no sabe nada del tema. La prensa, más papista que el Papa, dice que lo de la revista no tiene nombre, que es soez y está feo. Y Acebes, fiel a su rol de llevar la contraria, dice que no le parece bien la decisión: hasta él mismo se debe haber quedado de piedra diciendo eso. De momento, ya apuestan por ver cuál será la próxima portada. Yo, como cuando lo de las caricaturas de Mahoma: hay que reirse de todo, y más del poderoso (sea Dios, sea el Rey). ¿Qué, sino, nos queda a los pobres?

2: Este muerto sí que merece aplauso.

Por otra parte, ha muerto Polanco. Un hombre que ha hecho dinero a manos llenas exportando prensa seria (demasiado partidista en los últimos tiempos, hay que reconocerlo). De ahí que sus enemigos no respeten el dogma de "el muerto siempre es una gran persona". No para ellos, no esta vez. Me quedo con las palabras que le dedicó Bono: "En momentos difíciles, cuando otros no estaban, El País y PRISA han estado ahí". Por lo pronto, ya se especula con el futuro del grupo.

3: Turquía calla la boca a los fanáticos occidentales.
Nuestra (de Europa) frontera natural con Oriente pasaba una terrible crisis después de que Erdogán decidiera pasar el mando a su ministro de Exteriores: la gente salió a la calle y el Ejército amenazó con dar otro golpe de Estado si seguían gobernando los islamistas. La situación se bloqueó y se convocaron elecciones. Ahora los islamistas moderados han arrasado y han cerrado muchas bocas (esos apocalípticos de la UE). A Europa le toca callar, aunque casi se veía con buenos ojos un golpe de Estado que desalojara a los islamistas, por muy moderados que fueran. Como si en Alemania no gobernaran los democristianos.