Orgulloso de mi país

La frase fue lapidaria: "¿Qué teníamos que hacer? ¿dejar que se ahogaran?". Por esta frase y por las acciones consecuentes, estoy orgulloso de mi país y de sus hombres de mar. Porque, aunque muchos digan que nos hemos convertido en una ONG del mar, lo que nuestros marineros, pescadores y soldados están haciendo con los inmigrantes en el mar es una auténtica lección a otros países.

Desde el año pasado, varias embarcaciones españolas han rescatado a seres humanos en alta mar; han intentado llevarlos a los países más cercanos, o a aquellos de los que provenían las embarcaciones, y en no pocas ocasiones han recibido un "no" por respuesta. Pero mientras otras naciones desafían todas las leyes de la decencia humana, los nuestros, los que navegan día a día lejos de sus familias, han preferido compartir su comida con mareas de gente que arriesga la vida por una vida mejor.

Pasó con Malta en julio del año pasado: no quisieron hacerse cargo de 51 inmigrantes que fueron rescatados a pocas millas de sus costas, finalmente, ante la negativa del pequeño e insolidario país, la escena acabó con un vergonzoso reparto entre varios países: España acogió a más de la mitad.
Pasó el pasado mes de abril, esta vez con Senegal: 91 inmigrantes, algunos muy graves, tuvieron que esperar frente a Mauritania hasta que desbloqueó la situación. El gobierno senegalés puso muchísimas trabas a la situación, incluso negándose a acoger a los inmigrantes que prometió recibir.

En mayo, de nuevo Malta. 26 inmigrantes que intentaban alcanzar sus costas: acabaron siendo llevados a tierra española; poco antes una nave francesa tuvo que rescatar a 29 personas que pasaron tres días colgados a una red de pesca sin que Malta ni Libia, los países más cercanos, quisiera hacerse cargo de nada.

Ahora es Libia, con casi 30 personas a bordo, una de ellas muerta. En esta situación salta a la prensa el nombre de José Durá, que ya ha rescatado inmigrantes de una muerte segura en varias ocasiones. El suyo es un nombre más, el de otro hombre que nos da una lección de solidaridad.