miércoles, junio 13, 2007

La cicatriz de Gaza

Los velos de la prudencia han caído y todo el mundo habla ya de guerra civil en Palestina, el país que, sin existir para la ONU (aunque sí para la FIFA), más sufre. Sufre los combates internos de irresponsables enfervorecidos, empujados por otros locos desde fuera.

Y la cosa no pinta bien. Ehud Barak, ex primer ministro israelí, alcanza la presidencia de los Laboristas. El partido que se supone socialdemócrata. Y sus primeras palabras son estas: que invertirá "todos nuestros conocimientos para fortalecer el sistema defensivo y las Fuerzas de Defensa de Israel".

¿Las alternativas? El ultra-nacionalista Likud o el Kadima, el experimento creado por Sharon en un momento de lucidez tras sus barbaridades desde la derecha, un intento por buscar el centro, pero que también acaba con los mismos pecados: el ataque constante a la población civil palestina en respuesta por el fuego de un grupo de locos terroristas. Como si el ejército bombardeara Euskadi para acabar con ETA.

Para mí casi peor que el crimen cotidiano de Israel es su pasado: el haber sido víctima y ahora convertirse en verdugo. Y todo con el advenimiento de los más poderosos del planeta. Sirva este mapa, de Strange Maps, para ver el PIB de cada Estado de EEUU en comparación con otros países de todo el mundo.


Una nación esta en la que los demócratas (la supuesta izquierda, más conservadora casi que nuestro PP) también están con la política exterior agresiva. Como el otro laborista, Tony Blair. No es que las guerras sean patrimonio de los conservadores (basta recordar las barbaridades en nombre de las libertades y el comunismo), pero sí es cierto que las guerras florecen cuando los conservadores se envuelven de bandera.

Cuidado en tu viaje, Carmelo.

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